miércoles, 8 de abril de 2015

Digimon Adventure

Dos chicas pasean, la primera, joven y muy guapa, tirando de un coche de un bebe. La segunda, una señora ya de edad, le lleva las bolsas, probablemente sea su madre, o su suegra, o cualquier otro familiar, que le ayuda en la compra. En el cochecito, saca la cabeza el niño, no es tan bebé. Sonrie, saca los brazos, no para de mirar a todos lados, y se sienta bien de nuevo.
Sigo con mi trabajo, releo los mails pendientes de ayer, mando las contestaciones pertinentes y me llaman los compañeros para bajar al office...hora del café. Casi nunca suelo bajar con ellos, el café de las máquinas es horrible...y además., nunca tomo café después del desayuno...pero me bajaré con ellos, la mañana está muy Digimon Adventure.

Unos cuantos mails más, alguna reunión aburrida de viernes y estamos al mediodía ya.
En mi ventana ha aumentado el tráfico, los coches pasan, lentos, pero sin pausa. Los árboles, mis árboles de mi ventana, están desnudos. Claro, el otoño les quitó las hojas y ahora estan ahí, cada día, esperando como yo a que vuelva el buen tiempo.

Parece que hoy saldré pronto...eso me dará tiempo a llegar a casa y a hacer la comida. Además, volveré andando a casa, un lujo para cualquiera que viva en esta gran ciudad.
De camino igual me paro en la tienda de abajo, la fruteria de la Teresa. Ultimamente anda algo costipada...así que a cambio de que le compre unos platanos y algo de verdura, ella me cuenta la vida de su familia, todas y cada una de las maravillosas propiedades de las manzanas que le llegaron ayer y, como no, su estado de salud. Bien, está mejor. De echo, me da el remedio que la ha curado, algo a base de limón y miel... y me lo recomimenda. Tomo nota, aunque ya lo conocía...

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