miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cocinas en terrassa

Abrázame dice Ferreiro en su canción, lo mismo que yo le pedía a Bélgica cada vez que recorría sus canales, parques, molinos y aceras. Como si de un oasis enmedio de la complejidad de las sensaciones y sentimientos encontrados se tratara, yo vi claro lo que podían ofrecerme las flores de Gante, los molinos de Brujas y la Grand Place de Bruselas.

Y era cerrar los ojos y oler a esa hierba mojada despues de un fin de semana de lluvia y, de repente, sentir la calma no forzada, la alegría no buscada y la fortaleza añorada. Me fui buscando lo diferente y me encontré la armonía. Sus calles llenas de encanto -porque esa es la palabra- saludaban mi recien nacida calma y sensación, de nuevo, de plenitud. Era la primera vez que abría los ojos con unaCocinas en terrassa sonrisa en la boca y era la primera vez que todo lo que veía me transportaba a la porción de felicidad más escondida que aún guardaba dentro de mi. No sé ordenar las ideas, no puedo ordenar las ideas, son millones de elementos simultáneos, no los puedo describir secuencialmente. Os muestro el caos en su estado puro, porque no hay más, porque no se puede hacer más, porque la simultaneidad llenan mis adentros después de muchos meses pidiendo sustancia.

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Fue sencillo impregnarse de todo esto, fue un viaje que ha aportado millones de elementos positivos dentro de mi, fue la sensación de que el mundo espera por ti, de que sólo tienes que contestar a una simple pregunta: ¿Por qué no? La respuesta te puede siempre reportar algo muy grande.

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